vendredi 12 avril 2013

La Expedición Real (II)

Los carlistas a la vista de Madrid. Ilustracción del Panorama Español (1842).
Se advierte el Obsevatorio astronómico y las tapias de El Retiro
…El 11 de septiembre de 1837, la Expedición Real partió de Tarancón a las cinco de la mañana, tomando el camino real hacia la capital para llegar a Fuentidueña del Tajo al poco tiempo. Los soldados atravesaron el río sin novedad y con una prontitud que asombró a sus propios mandos, gracias a una serie de maderos de pino que, transportados por unos cuarenta jornaleros valencianos por el Tajo, sirvieron para que las tropas atravesaran las aguas, sin encontrar resistencia armada en la otra orilla. Según las fuentes carlistas, los habitantes de Fuentidueña del Tajo les recibieron “con el ramo de olivo y con los brazos abiertos”, atentos a la venida de don Carlos.

El Rey fue ovacionado y celebró un Te Deum en la iglesia, mientras una división, al mando de don Ramón Cabrera, se adelantaba hacia Madrid. Hacia las cuatro de la tarde, después de almorzar, la Expedición Real emprendió de nuevo la marcha, atravesando Villarejo de Salvanés, nuevamente entre aclamaciones. Una comparsa de jóvenes, vestidas de blanco y flores, acompañaron a don Carlos, bailando desde su entrada hasta la salida del pueblo. El ejército legitimista atravesó el río Tajuña, llegando a las nueve a Perales, donde hizo noche.

A la mañana siguiente —como en otras poblaciones— el Rey Carlos V asistió a misa muy temprano en la iglesia principal y a las siete se puso en marcha por el camino real, alcanzando Arganda en muy poco tiempo. Los carlistas se encontraron con su Plaza Mayor preparada como en los días de festejos, con gradas y andamios para celebrar corridas de toros, mientras los vivas, las aclamaciones, la música y el repique de campanas se sucedieron en su honor.

Don Carlos, aconsejado por sus íntimos, se aposentó en la mejor casa de la villa, donde recibió a cuantas personas solicitaron el honor de besarle la mano, demostración a la que estaba acostumbrado desde su salida de territorio vasco.

El Infante don Sebastián Gabriel y su Estado Mayor se trasladaron a la villa de Vallecas, en las proximidades de la capital, donde se encontraba ya el general Cabrera con sus soldados. A ojos de los legitimistas, resultaba increíble que el gobierno de la “regente” no hubiera enviado fuerzas para enfrentarse a ellos antes de encontrarse tan cerca de la Villa y Corte.

Desde Tarancón, el Cuartel Real de don Carlos había cursado órdenes para que se concentraran inmediatamente todas las partidas de guerrilleros carlistas al mando de Tercero, Jara, Palillos y Orejita, atravesando Aranjuez, donde se les informaría de la dirección que había tomado la Expedición Real. Sin embargo, los mensajes fueron interceptados por el comandante isabelino de Quintanar de la Orden, Manuel de Villapadierna, por lo que no tuvo efecto la unión de efectivos legitimistas.


El día 11 de septiembre, las autoridades liberales de la capital tomaron medidas para afrontar la situación. En primer lugar, se restableció el Real Decreto de 6 de agosto de ese año que declaraba a Castilla la Nueva en estado de guerra.

Por esa fecha, ante la toma de Segovia por la expedición del general carlista Zaratiegui, el Gobierno había organizado la defensa de Madrid con el apoyo del ayuntamiento, la diputación y su jefe político, el conde del Asalto. Se habían formado entonces compañías de “ciudadanos honrados” para conservar la tranquilidad en los barrios, mientras la Milicia Nacional se distribuía por los distritos, adoptaba medidas de defensa y esperaba el ataque de los legitimistas. Sin embargo, la llegada del general Espartero con tropas de refresco abortó cualquier tentativa de los oficiales carlistas, animando al gobierno y a la propia María Cristina, ante cuya vista desfilaron las fuerzas liberales.

Pero los liberales habían seguido, sin saberlo, los planes carlistas, pues la intención última de Zaratiegui no había sido sino acercarse a Torrelodones para que se extendiera la alarma en el campo isabelino y acudieran a la corte rápidamente las tropas liberales que perseguían a la Expedición Real



• “Las Guerras Carlistas” por Antonio Manuel Moral Roncal (Premio Internacional de Historia del Carlismo Luis Hernando de Larramendi en 1999), Silex Ediciones S.L., (2009).

• “El ejército carlista ante Madrid (1837): la Expedición Real y sus precedentes” por Antonio Manuel Moral Roncal, “Madrid, revista de arte, geografía e historia”, nº7 (2005).



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