mardi 16 septembre 2014

Tradición por siempre

Uno de los pilares de esta bitácora ha sido siempre la defensa de la Tradición (con mayúsculas) como única medicina posible ante la enfermedad mortal que aqueja a la humanidad desde esa hecatombe llamada Revolución Francesa, o para ser más precisos desde el cisma luterano.

La enfermedad es conocida como modernismo, liberalismo, o por cualquiera de sus otros nombres según las múltiples mutaciones del virus (capitalismo, comunismo, etc.) pero como dijo el R.P. Castellani, es sencillamente la más sutil y compleja de las herejías y la religión del Anticristo.

Y la Tradición puede resumirse en la fidelidad a Nuestro Señor Jesucristo, con todo lo que implica de fidelidad a la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana y a sus enseñanzas seculares.

La Religión Católica y la civilización greco-romana fueron la base de la organización de los Reinos Cristianos, y en el trascurso de los siglos fueron conformando la sociedad cristiana con sus leyes e instituciones, fundamentalmente en ese periodo de la historia que los modernistas llaman con desprecio edad media, como si no fuera más que un intermedio en un figurado proceso de transición desde la antigüedad clásica hasta lo que llaman renacimiento y edad moderna.
Pero la edad media es ciertamente la Edad de Oro para la humanidad, y en España, donde del siglo octavo al décimo quinto la civilización cristiana se desarrolla inmersa en la epopeya de la Reconquista frente al Islam, son precisamente los siglos décimo sexto y décimo séptimo los que constituyen nuestros Siglos de Oro, esto sí innegable incluso para los historiadores liberales, como consecuencia directa del establecimiento definitivo de las bases de nuestra Patria en la fidelidad a la única y verdadera Iglesia de Cristo, en la unidad territorial peninsular y en la evangelización del Nuevo Mundo.

Es sabido que para el Leviatán conocido como estado moderno, las tradiciones no son más que manifestaciones folclóricas con posibilidad de explotación económica turística. Pero en el fondo del alma de los verdaderos hombres, los que viven y sienten en contacto con la tierra, las tradiciones son mucho más que todo eso y están muy por encima de las modernas instituciones, que les son tan ajenas como inútiles y en la mayoría de los casos seriamente nocivas.
Cuento todo esto a modo de introducción, para traer a este rincón de internet la reseña de otra de nuestras hermosísimas tradiciones hispanas, que en estos días se está viviendo en la ciudad de Astorga y los pueblos de las comarcas cercanas.

Esta tradición se remonta a los tiempos de Santo Toribio, obispo de Astorga, más conocido como Santo Toribio de Liébana por haberse trasladado allí sus retos en el siglo octavo ante el avance sarraceno.
Santo Toribio, que vivió en el siglo quinto, es famoso por su combate contra la herejía priscilianista y por haber traído de Tierra Santa un fragmento de la Cruz de Cristo, el Lignum Crucis, que se venera junto a sus restos en el Monasterio de Liébana.

El evento que nos ocupa tiene su origen en una gran sequía de siete años ocurrida en vida de Santo Toribio. Los campesinos acudieron a pedir consejo y auxilio al santo, ya obispo de Astorga, que les encomendó buscar la imagen de la Virgen de Castrotierra y, una vez hallada, conducirla en procesión a la catedral de Astorga donde debían ofrecerle un novenario, cumplido lo cual llegaría la ansiada lluvia a los campos, como así sucedió efectivamente.
Desde entonces peregrina la imagen conocida como Virgen del Castro desde su santuario hasta Astorga y regreso, al menos cada siete años, o en ocasión de gran sequía.

La imagen actual de Nuestra Señora del Castro es una talla románica sedente de madera policromada al temple. En la mano derecha sostiene la Manzana del Paraíso y el Niño está sentado sobre su pierna izquierda. La luna de sus pies y la corona aureolada con rayos solares y estrellas que porta alegorizan la Asunción.
Para organizar estas peregrinaciones y para solicitar el oportuno permiso al obispo de Astorga, trasladando la petición de cualquiera de los pueblos, existe la Pía Asociación de Procuradores de La Virgen de Castrotierra, conocida como Hermandad de los Procuradores de la Tierra, formada por representantes de los doce pueblos de la jurisdicción de Astorga,  ocho de los cuales tienen la consideración de “cuartos”, San Justo de la Vega, San Román, Sopeña, Brimeda, Valdeviejas, Murias de Rechivaldo, Castrillo de los Polvazares y Santa Catalina de Somoza, y como tales “cuartos”, reunidos en concejo, nombran cada uno su procurador vitalicio por mayoría de votos, mientras que los otros cuatro pueblos, con consideración de “alfoces”, Nistal, Celada, Piedralba y Bustos, nombran un pedáneo cada uno, que asiste como observador a las asambleas de procuradores.

Una vez votada la salida de la Virgen por la asamblea de procuradores, se convoca a los pueblos para que acudan “por lo menos con la mitad de sus vecinos”, con su cruz y su pendón.
Así pues, señalado el día de salida por los procuradores, los pueblos interesados se van acercando al Castro con las respectivas insignias: pendón y cruz parroquial, siendo los pueblos cercanos geográficamente a la Ermita quienes acudan en procesión portando pendón, cruz y la imagen de la Virgen patrona de los respectivos pueblos, en un acto de despedida a la Virgen de Castrotierra. Cuando regrese al Castro, estas mismas imágenes volverán a recibirla en idénticas condiciones. Los pueblos que acuden en procesión son: Villalís de la Valduerna, Posada, Villamontán, Miñambres, Redelga, Rivas, Valle, Castrotierra, Fresno de la Valduerna, Robledino y Robledo (cito todos los nombres de los pueblos porque me parece que los nombres de los pueblos de España son hermosísimos).

Celebrada la Santa Misa, la comitiva parte hacia Astorga.

La procesión tiene tres bloques, el primero formado por los pendones en rigurosos orden, comenzando por el de Santa Marina del Rey y finalizando por el Castrotierra, que avanzan ondeando sus paños a lo largo del polvoriento camino. Los pendones tienen entre 10 y 12 metros de vara, lo que hace harto difícil el arte de pujarlos. Cada pendón es atendido por 15 o 20 personas, lo que explica a las claras la dificultad para llevarlo tantos kilómetros, siempre derecho, ya que no hay cosa más vergonzosa para el pueblo que ver caer a tierra su pendón.
Un segundo bloque se forma con las cruces parroquiales y el tercero lo constituye la Virgen y sus acompañantes.
La entrada en Astorga es espectacular, entre el clamor del público que se agolpa en calles y balcones y, a las puertas de la catedral, el Cabildo Catedralicio recibe a la Virgen y la introduce en la catedral para su permanencia de nueve días.

Durante el novenario se suceden diferentes actos religiosos en honor a la Virgen del Castro, cuyos mantos son custodiados por las monjas del convento de Santa Clara.
Pero en este año del Señor de 2014 la procesión de la Virgen del Castro decidida por los Procuradores de la Tierra no tiene su causa en una sequía o en el periodo de siete años estipulado desde hace tantos siglos.

La Pía Asociación de Procuradores de La Virgen de Castrotierra, la Hermandad de Procuradores de la Tierra, ha decidido solicitar al obispo de Astorga, dada la devoción a su Virgen del Castro de los habitantes de sus pueblos y la gran importancia que para todos ellos tiene esta imagen de la Madre de Dios, que sea coronada canónicamente el próximo sábado 20 de septiembre.
Para ello han encargado a un orfebre la realización de una corona imperial con aureola realizada en plata de ley dorada y en su color, de estilo barroco ecléctico, compuesta también por piedras de cristal checo en verde y rojo, colores tradicionales de las coronas de la diócesis, talla cabujón y brillante.

La aureola está inspirada en la antigua corona que desapareció hace 38 años y, en este caso, se ha realizado de tal manera que pueda ser desmontada y reparada en caso necesario. La pieza cuenta con una inscripción: “Los procuradores de la tierra y sus juntas vecinales donan esta corona a Nuestra Señora del Castro. Astorga 2014”.
Los procuradores de la tierra asumen el coste de la corona. Castrillo de los Polvazares, Murias de Rechivaldo, Valdeviejas, Brimeda, Sopeña-Carneros, San Justo de la Vega, San Román de la Vega, Celada, Nistal y Piedralba son los diez pueblos que han unido sus fuerzas y sus recursos para que la Virgen pueda lucir esta nueva corona.

La Tradición está viva. Como tantas veces repetimos, el tradicionalismo no consiste en adorar las cenizas, como pretenden los que quieren encerrarnos en los museos o convertirnos en atracciones turísticas, consiste en trasmitir la llama ardiente y luminosa que recibimos de nuestros antepasados.

Tras siglos de lucha contra el modernismo deshumanizador, después de sufrir los robos de las desamortizaciones y de ser asolados por la avaricia sin límites de los modernos y sangrantes impuestos centralistas, el gobierno sigue legislando sin piedad ni descanso contra los últimos reductos de libertad y verdadera democracia, como nuestros concejos, pedanías y juntas vecinales. En definitiva contra nuestros Fueros, con los que los verdaderos reyes protegían a sus súbditos de los posibles abusos de nobles y señores.

Ayer, hoy y siempre, los boinas rojas por Dios, la Patria, los Fueros y el Rey legítimo.





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